Clavos oxidados
en heridas abiertas
que ni sacan
ni entran.
Con ellos cuelgo tu memoria
en la antes-sala de espera
que mantenía limpia para tí.
Donde ahora distraen otros ojos
mientras hago oídos sordos
a las llamadas de megafonía
de mi afónica conciencia;
la que no calla
y nada otorga
junto a las revistas viejas
de temas
que a nadie ya interesan.
Recuerdos que nunca
parecen estar rectos.
Da lo mismo el ángulo
la distancia o perspectiva,
pues para ignor-arte,
aunque me sobre inventiva,
me hace falta vocación.
Por mi galería de fracasos
siguen desfilando visitantes.
Tengo algunas reservas,
poco presupuesto
y a los más astutos marchantes de arte.
Quiero mancharme de tu arte,
como antes.
Y por eso no me marcho.
Y es por ello
que me mancho.
Y por am-arte
no te tacho.
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