hombre-peonza

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Los hijos de Salem.

Hace no mucho que empecé en esto
y nadie asegura
que no haya tropezado 
ni la mitad que vosotros.

De los muchos desconocidos
con quien he tropezado
pocos así me han incidido
y alejado
de mi viejo amigo
el 'qué coños hago aquí'.

Gente que te llena la despensa,
que reordenan estropicios.
Y malos recuerdos,
peores ideas.
Y aderezan día a día
con las más variadas especias.
¿En qué especie los catalogaría?
Ni lo sé,
ni os importa.

Aunque yo descanso mal-bien poco,
ellos siempre han despertado,
han fichado
y llevan varias horas en el turno:
de noche, de día,
de: '¿tío, tu cuando duermes?'
De sexo,
poesía,
de canciones cada día.
De odios en el metro,
de Federicas y osadías.
Y ottia con Federica...

Gente que está lejos,
gente que está dentro.
Gente en texto, en la palma de la mano
y siempre en un bolsillo
vibrante del corazon.

Gente...
No.
Ellos no son gente.

Ellos
son
mis personas.

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