hombre-peonza

hombre-peonza

Aunque tú ya lo sepas.

Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas. 

- Luis García Montero


Aunque tu ya lo sepas,corrí y no miré atrás.
Escapé, al fin, de la caverna.
Rompí de mi cuello la cadena y huí:
del reflejo, de las sombras, de la hoguera.

Me cegaron las dos lunas de Madriz
y entonces vi.

Aunque tu ya lo sepas,
con la luz que tú conoces vivo.
Me brindaste un claro entre secuoyas de cemento.
Allí siempre suena música.
Con ella, y en ti, me encuentro.

Aunque tu ya lo sepas,
es tu silueta la mejor manera de esquivar las rocas.
En cada curva, con cada nota.
Sorteo las pedradas, saludo a mi suerte.
Seguir firme el trazado
de la 'S' de tu nombre.

Aunque tu ya lo sepas
yo nos sigo inventando:
aún no has blindado la puerta,
nos hemos librado de las batallas,
afuera ya no hay guerra.

Escapé de la caverna,
y aunque el Sol esté aún lejos,
amaneces y noto cómo el mundo tiembla,
la manera en la que todo gira
y me mantiene pegado a la Tierra.

Llega la mañana y ambos nos damos cuenta,
aunque tu ya lo sepas,
de que es tu luz y mi sueño lo primero que recuerdo
cuando me despiertas.

Aunque tu ya lo sepas,
un Dieciocho incendiaste con besos
la nieve que cala huesos, mareas, sombras, reflejos
y todas las escaleras
que partían de Febrero.

Aquel día edificaste mi escalera al cielo.

Ya no miento y todo es cierto.
Aunque eso tú
no lo sepas.

Semillas en la Tierra.



Y cada uno en su camino va cantando espantando sus penas.
Y cada cual en su destino va llenando de soles sus venas.
- Carlos Chaouen

Me temo que no les tengo miedo.
Son la oscuridad y no la temo.
Conocí la oscuridad antes que a mí,
nueve meses casi exactos antes de salir.

Ya estamos fuera, somos el milagro de la vida.
Hace meses que existimos
y enseguida nos obligan a insistir.

Tras un intenso viaje hemos llegado.
Éste será tu habitat,

envenénalo,
nos pertenece por especie.
Y aún no has escuchado ni la palabra frontera.

Tras un duro alunizaje, si no has llorado,
cachetazo en el trasero:

que no se te olvide el planeta al que vienes.

Quizás eso quisieron decir en la Biblia:
Estamos hechos de barro,
con nuestras primeras lágrimas y la Tierra que pisamos.

Las lágrimas nos vienen impuestas.
La alegría es la semilla
que nos labramos en la Tierra.


Las peonzas están ardiendo.

Los niños en las calles
vuelven a jugar con las peonzas. 

Han vuelto a enseñar a los niños a hacer del giro un juego. 
A anudar la cuerda floja con que ahorcar,
lanzar lejos, 
tirar fuerte
y respirar. 
Girar tan fuerte que se rompa el aire.

Han inculcado de nuevo a los niños el hacer de la horca un cable de funambulista, 
a rayas rojas,
con que separar el asfalto insomne entre sonámbulos
y equilibristas. 

Las calles están girando
horadando el suelo gris. 
Mi punta de acero, mi piel de madera, mis pies ya no de plomo: 
giran y están ardiendo. 

La ciudad juega con las peonzas que no saben girar sin cuerda: 
caen sin red y se estrellan contra el bordillo. 
De nuevo los niños están ardiendo.

Mi peonza está quemando.
Se ha lanzado en el impulso de éste niño con dedos de marciano, 
con la fuerza que recuerdan el tacto de un anillo. 
Las puertas ha astillado, reventando sus narices, estallando huesos y cartílago. 
Mi madera intacta
y un sólo hueco de tres, abierto. 

Las puertas,
las astillas, 
la cuerda y el impulso, 
las puertas del pasado y del futuro,
las narices reventadas, 
la madera, 
el hueso y el cartílago:
Están ardiendo. 

En las calles incendiadas los niños vuelven a jugar con las peonzas. 
Y yo. 
Yo no vuelvo a por todas. 
Yo vuelvo a por ti.

Las Lunas de Madriz.

Alteras el ritmo regular
de las noches que no dan más
de sí.
Entre dos tierras:
Asturiana y Gata Jazz.
Tú sí que sabes sincopar,
cuando maúllas a la luna de Madriz.

Yo soy nocturno Gato Jazz,
canalla gato de arrabal.
Es tu olor lo que me arruina, 
el sabor de las espinas,
tener el mar lejos de aquí.

Competencia desleal entre tus lunas
y las que había en el limbo contigo.
Una verde, la otra llena,
reflejando el suelo gris.
Y así apenas se les ve el ombligo
a las lunas llenas de Madriz.



Pantalones de serpiente,
septiembre es volver a empezar.
Rimaban con mi vida emponzoñada,
un pasado del que huir
en el bus con los frenos
más bruscos de Madriz.



Las Ramblas en Febrero,
dos hostales destartalados.
Una ruidosa y vetusta casera
y un desaparecido cementerio
de los libros olvidados.

Aquél portón que nunca abrimos,
un pintor obseso
con el sexo y con Dalí
sólo queda la ceniza
de lo que ardimos cuando huimos
de la luna de Madriz.



Cada noche me condeno a los caminos
a los recuerdos empedrados
que una vez recorrimos.

Tu pecho es la única salida:
la plata que atraviesa mi pelaje
en un viaje sólo de ida,
de vuelta a la calle Maíz.
Y mate al lobo que me descuartiza
cuando aúllo a la luna de Madriz.



Nunca juré contar nuestra historia
por no poderla abarcar.
Esquinas con más de 7 vidas,
un libro de tapa dura,
que no tuve huevos de acabar.

Eres el oxígeno del que habla Fito,
la Rubia que se llevó 
el Cadillac de Loquillo.
Yo siempre fuí y seré un chiquillo
que una vez creció por tí.
Y ahora menguan una a una,
las vidas que le quedan
a la luna de Madriz.

Poesía no eres tú.

Siento la vergüenza
ajena del rebaño,
una rabia confesable
ajena, inescribible
inflamarse en mi cabeza
con el paso de los años.

No soporto mayorías
ni en lo que basan sus vidas
y mucho menos me conformo
con lo que versa mi rutina
sólo pienso en tus versos
furtivos en cada esquina.

¿La reina de las medicinas?
No. Tu ritmo es mi placebo.

Acabaré valiendo lo que un cero
a la izquierda o la derecha
en coma flotante por los andenes del Metro
si no despierto y me someto,
si solo existo
y solo, dentro de un soneto.

Te conocí en un recital.
Yo venía del sencillo desenfreno instrumental,
de mi zona de confort,
de lo que llaman Rocanrol.

Ésta noche estás de infarto
con ese vestidito de lo abstracto
y a tu paso asincopado
todo rima con tus botas,
el asfalto se echa a un lado
y con el reloj se va de copas.

Tu nombre es una trampa.
Dicen
que si te recitan
tres veces
delante de unos ojos,
rompes en añicos
todos
los espejos del alma.

-¿Cuál es mi nombre? -me preguntas,
mientras disparas tus pupilas
hacia mi pájaro azul.

Pero si le apuntas alza el vuelo.
Poesía no eres tú.

Caídas a distinto nivel.

Caídas alevin, caídas amateur. 
Caídas fuera de juego, 
aun con defensa rezagada
escapando al pelotón. 

Y la roja te la llevas
y el Mayo amarillo. 

Caídas preescolar con babi verdiazul. 
Retiraron del mercado los rosas sin espinas. 
Y que poden, si aún queda, 
toda belleza sin daño. 

Caídas secundarias obligatorias. 
Caídas bachiller, alfiler
y el final, afilado. 

Caídas grado Celsius, 
a 451° Farenheit el Mercurio, 
Venus en vilo
Tierra en los ojos 
y tú 
que vienes de Marte 
y no de amarte. 

Caídas postgrado. 
Caídas con diagnóstico Titulitis de Postín, 
especialidad crónica
y de pronóstico terminal. 

Caídas de nivel
caídas desnivel
Caídas premio de consolación. 
Premios al fin y al cabo. 


Sin arnés

Voy armado, solo,
y con sólo mi piolet.

Excavarme rojo de rabia,
verde de rama
por alcanzar tus brotes
y beber tu savia.

Ya sin uñas escalarte
en acampada permanente
sin tienda.
Y ni entiendas
que sintiendo punzadas
por falta de oxígeno
respiro bocanadas
de combustión exponentánea.

Sea yo quien te escale
o sean tus soles quien me escalden.

Seca el mar,
que sea tu Meca.
Que si encuentro más montañas
tu sol-risa sea la meta.

¿Quién ascenderá tus montañas?
Pedirte más llama.
Más y más llama.
Que de mí
no dejes nada.

Cambio de hora.

Hoy, a las dos, no son las tres.
Sigo siendo uno.

En mi azotea somos más,
más de cien,
pero no hay cambio de hora.
Las luces no se encienden,
aún sirven la penúltima,
el cierre queda abierto,
algunos fuman,
somos humo,
me atrapan dentro.

Ahora, al cambio, no hay número,
huso horario
ni divisa equivalente
que equilibre éste muestrario
de trofeos de alevín:
amalgama con mis sueños,
insomnes,
por salir de su crisol.
-"Mi libertad se esconde en la música.
La música está
detrás de un cristal".-
Y no alcanzo el cristasol.

Y aún sin divisar
el cese de las voces,
con las del resto equidistantes,
sólo queda ser valiente.

Hoy
a las dos
no son las tres.
Sólo cambios,
a voces
y a deshora.


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El sol de primavera,
la yerba del chivato,
el frío de la cerveza,
la afonía en un concierto,
una noche hasta las cejas,
un orgasmo simultáneo.

Las lágrimas tras la risa,
el abrazo de un amigo,
una república,
un festival el tercer día,
cualquier fin de semana.


Cualquier contacto con Ella,
el empleo de tu viejo,
el optimismo de una madre,
la cercanía de un hermano.

Los sueños de la infancia,
la vida en la madera
en un banco de tu pueblo,
viaje astral con tus juguetes
y no mirar la hora,
el tracklist subido al escenario.

Todo termina sistemáticamente.
Excepto el exceso de realidad
y la configuración desactualizada
del sistema.

Y tú: En standby. En cuarentena.

Ciclogénesis explosiva.

Génesis:
1. f. Origen, principio.

Ciclo:
1. m. Periodo de tiempo que se considera acabado.
2. Serie de fases por las que pasa un fenómeno periódico 
hasta que se reproduce una fase anterior.


Un origen volátil con forma circular
que siempre vuelve al punto de partida.
Un origen que parte 
del punto de llegada.

Entonces explota
y desmiembra el génesis,
la genética,
la gente y su falta de gentileza.

Las ganas de ganarle a latidos
el pulso y fintar
las garras
a zarpazos 
que nunca zarpan.

Que siempre vuelven
en círculos
y te alcanzan.

El pájaro azul.

Amenaza con hacerme volar,
estallar
por el aire.
Camuflarse en el cian 
que secuestra mi mirada
donde no la mire nadie.

Es gallo cantor al alba
al clavarme su espolón
en el fondo de mi garganta.

En las apuestas bravo dominante
a caballo de mi deber y mi agonía,
mis horas de menos, sueños de más
y el eterno combate
entre exprimir el día
o desayunarme toda una vida.
No se le vayan las vitaminas.

Bella ave migratoria en vórtice
deshojado de plumas,
desplumado de mojarse
hasta las cejas de compases
de versos sin escuela
y espuelas 
contra el calendario.

Golondrina africana agotada
de aguantar el infinito murmullo de mi coco
aun cuando Oniria engulle los estímulos
y a mis dos hemisferios la realidad les sabe a poco.

Hay un pájaro azul en mi corazón
que a veces quiere morir.

Tengo un pájaro azul en mi corazón
al que me muero 
por ayudar a salir.

Sí, ya lo verás.

Madrid y Oniria
nunca se han llevado bien.
La primera detesta la osadía
de nosotros los funambulistas 
que nos queremos mantener en pie.

Se acabó dudar entre los cables
pues éste equilibrista 
está hasta las pelotas
de tus juegos malabares.

Madrid, Oniria existirá.
La vida es sueño
y los sueños
se opondrán.
Si, ya lo verás.

Tú, échate para allá

– Tú, echa pa' allá.

Y desde entonces, una sola mirada emponzoñada a sus vaqueros de serpiente bastó para que, cerca de cuatro años después, yo siga envenenado.

Y cada vez me echo más "pa' allá".
Me alejo unos metros cada vez que intento tomar distancia para apenas ver.
Y cada hueco de asfalto que dejo a su lado son metros de abismo que me impiden ver sus lunas llenas.
Las que albergan tantas cosas.
Las que han visto demasiado, y aún con esas, siguen llenando de cuarto creciente la azotea plagada de gatos-duda hambrientos, que ya no quiero acariciar.

Creo que el vértigo radica en el tamaño de los tejados que construimos.
Es tal la distancia entre nuestra ciudad y la del resto, que cualquier paso en falso que cometo es un gran salto para perder mi humanidad.

Y cada vez me alejo más.

Tal y como ella nunca me pidió.

Ignor-arte.

Clavos oxidados
en heridas abiertas
que ni sacan
ni entran.

Con ellos cuelgo tu memoria
en la antes-sala de espera
que mantenía limpia para tí.

Donde ahora distraen otros ojos
mientras hago oídos sordos
a las llamadas de megafonía
de mi afónica conciencia;
la que no calla 
y nada otorga
junto a las revistas viejas
de temas 
que a nadie ya interesan.

Recuerdos que nunca 
parecen estar rectos.
Da lo mismo el ángulo
la distancia o perspectiva,
pues para ignor-arte,
aunque me sobre inventiva,
me hace falta vocación.

Por mi galería de fracasos 
siguen desfilando visitantes.
Tengo algunas reservas,
poco presupuesto
y a los más astutos marchantes de arte.

Quiero mancharme de tu arte,
como antes.

Y por eso no me marcho.

Y es por ello 
que me mancho.

Y por am-arte
no te tacho.

Los hijos de Salem.

Hace no mucho que empecé en esto
y nadie asegura
que no haya tropezado 
ni la mitad que vosotros.

De los muchos desconocidos
con quien he tropezado
pocos así me han incidido
y alejado
de mi viejo amigo
el 'qué coños hago aquí'.

Gente que te llena la despensa,
que reordenan estropicios.
Y malos recuerdos,
peores ideas.
Y aderezan día a día
con las más variadas especias.
¿En qué especie los catalogaría?
Ni lo sé,
ni os importa.

Aunque yo descanso mal-bien poco,
ellos siempre han despertado,
han fichado
y llevan varias horas en el turno:
de noche, de día,
de: '¿tío, tu cuando duermes?'
De sexo,
poesía,
de canciones cada día.
De odios en el metro,
de Federicas y osadías.
Y ottia con Federica...

Gente que está lejos,
gente que está dentro.
Gente en texto, en la palma de la mano
y siempre en un bolsillo
vibrante del corazon.

Gente...
No.
Ellos no son gente.

Ellos
son
mis personas.

Próxima estación: Babilon.

¿Es el enemigo? 
Cuelgue, que ya me pongo yo.

Se cuelga el metro.
me cuelga el moco.

Los unos se cuelgan de los otros
y andamos todos colgados.
No, cuelga tú.

Y yo estoy
hasta lo que tengo aquí colgado
de Babilonia y sus marchitos jardines.

Estoy deseando 
que se cuelgue de nuevo el metro
para descolgarme de todo esto.
Quemar el invernadero que me asfixia
y huir del centro de la tierra
a un millón de leguas
de viaje haciendo un submarino.

También me emborracho y lloro cuando tengo depresión.

No te opongas,
ni me suspendas tan pronto,
pues no somos tan opuestos.
Tus oposiciones, no pueden ser tan duras.

Y entre suposiciones y suspensos
hace años que trasnocho
y la noche no me acuna.
Si acaso,
es la luna
quien me dice aquello
de:
'a ver cuándo maduras'.

Yo,
que cuanto menos tiempo duermo
más sueños tengo,
dejo en estos versos
mi faceta diablo azul,
mi piel de soñador
y me quedo para mí
mi corazón de rocanrol.

Porque, 
nena,
has tenido suerte 
de llegarme a conocer.

Así que no te opongas,
ni me suspendas.
Tira los apuntes
y vámonos de pellas.

Hoy he sido "el chico del metro que"

"Soy el chico del metro que..."

...deja pasar un tren
como pensando en la famosa metáfora de la vida,
pero en realidad lo hago para no tener que tocar
ni ver
a tanto humano.

Y aún así,
en la siguiente parada,
el tren se vuelve a llenar de esa plaga
y yo me vuelvo un poquito más sociópata.

Y así sucesivatrenes
hasta que entras tú
y del cabreo
ni te veo.

Presa dominical.

Bajo de la cama
al quiosco de la esquina,
el que tengo enchufado a la regleta.

Te busco

entre el sumario de la noche anterior
y el índice de ésta mañana.
Y acaricio el recorrido con el mío,
que el corazón sólo lo uso
para decirles que les jodan.

Conozco la maquetación de mi obsesión al dedillo

y enseguida te encuentro.
Ojalá acceder a tu glosario
y conocer tus tecnicismos
fuera tan sencillo.

Y es por eso que mis poemas

hablan casi todos de tí.
O de tí.
O de tí.

O de lo que tengo dentro.

Lo que soy y no me pertenece.
Lo que tengo y no me deja ser.
Lo que hay a este lado y al otro
de mis poros.

Porque siempre quemo mis yemas
escribiendo,
de entre todos los temas,
de los que menos entiendo.


Carreras de pelusas.

Desde que barro, 
sólo, 
mi salón,
todas las pelusas llevan tu nombre.

¡Déjame en paz!
Quiero ser un buzón abierto.

¡Llévate tu guerra!
y el tamaño de tu boca.

Me alquilaste
a bajo coste
por subir a la montaña rusa
de las risas de tus amigas.

Y ahora que ya
no me comes nada
vuelvo a tener mi nevera llena.

Y si tienes hambre,
no vuelvas por aquí.

-Poema escrito junto al compañero Jesús (aunque algo modificado) 
en aquel taller de Carlos Salem.


Guau, Guau!

Me miras y me das las largas.
Y si me hablas
emites un invisible ultrasonido
que me altera y desorienta
y a los demás soy insensible y ego hundido.

Me antojo perro apaleado,
y si me haces un poco de caso
me colapso.
Porque,
qué vas tu a querer de mí
si carezco de pedigrí.

Cargo el arco y tenso cuerda,
pero me ato en corto 
y no te ladro.

Las corazas se forjan a martillazos.





Me he quitado el sombrero
ante una puerta de lavabo
que me dijo caballero.
No sé si es cierto.
Tampoco he llorado.

Hoy no tengo la cabeza 
como para un poema y tampoco ando.
Corro indeciso entre la gente,
soy un chotis matritensis
que ama y odia al mismo ritmo.

Y guardo en la memoria desequilibrios
y domingos como años.

Y guardo mil recuerdos de lo nuestro
que escondí al fondo del armario.

Te he dejado la despena a oscuras,
y a tus lunas,
mis ojos,
ya no merecen.

Siempre se me hace tarde y,
al tocar con los Historias (Prohibidas)
ya no te busco entre la gente.

Cuerdas demasiado densas para un vértigo abisal,
de tu cara hacia la mía.

Siempre espero al sábado y me acabo cerciorando
de que tú fuiste mi suerte.

Pongamos que aunque hable de Madrid,
y de todos mis derroches,
en toda geografía nada,
y nadie más,
me pone igual.

Pongamos que te llamo y no me coges,
y en escena nunca entran nuestros labios.
Y se nos juntan los llantos.

¿Qué hacemos de los dos 
ahora que ya me quiero un poco?
Que por muchos mares que me mojen,
a menudo me siento solo.

Medio cuerdo como tú,
como toda estación
en la que sólo bastaban nuestras manos.

Despierta-Mé, despierta, que
aunque a estas horas no haya luz,
y vaya hasta arriba el metro,
el sol no le echa huevos si estás tú.

La pregunta es si nos quedan fuerzas,
para un segundo asalto.
Una nueva libertad.

Pongamos entre los dos uno sólo,
en lugar de buscar sumarnos.

Y sí, te quiero tanto.
Soñando que otra vez
nuestros polvos hacen magia.

Y sí, te quiero tanto.
Buscando no encontrarte
entre el gentío u otros brazos.

Y sí, te quiero tanto.
Si lo único que no me ciega,
es la luz de un escenario.

Y sí, te quiero tanto.
Que por mucho que despierte capitán,
nunca a-cabo primero
y siempre arropo al final
un soldado raso más.

Hace un año,
pero hoy
apenas me ha hecho daño.
Ya no soy el niño
y tampoco soy el malo.

Y sí, te quiero tanto.
Pero ya no me mato.
Ya no me hace el mismo daño
ni me ahogo en el baño
de nuestro recuerdo casi eterno.

Ese infierno que me helaba.
Ese cielo que,
para siempre,
llevaré dentro.

El Mí-Tú de la caverna.

No sé si dejar de tomarme la última
o beberla más deprisa.

Por que siempre corro contra el tiempo
y llego tarde al conocimiento.
Si no acabo por perderlo.

Me pierdo en la caverna.
Entre el trayecto de subida
y el camino de su vida.
(y eso que a Platón no le sonreíste) 

Siempre acabo perdido 
a mitad de camino.
A caballo
y a bisonte desbocado con mis reflejos.
Con mis sombras proyectadas
por el fuego de su mirada. 

Y por más que anhelo la idea del bien,
mi alma no acierta
a alcanzar ninguna de ellas.
Se me queda en la caverna
tomándose la última 
junto a mi cabeza.

Tengo que dejar de tomarme la última,
no vaya a ser que te llegue tarde.

Debería dejar de tomarme la última.
Pero de momento
me contento
con llegarte.

Cuando mata una guitarra.

Un traste grita agudo.
Traza meta, manto y mata.
Da al traste con la rima,
con el ritmo
y con tu alma.

Corríamos sin buscarnos pero sabiendo que huíamos para evitarnos.

Te entiendo, 
yo tampoco creo en nada.

Pero no me vengas cada 18 a recordar.
A volverme reloco
y que pierda el hilo.
Que deje de estar cuerdo
como tú andas por tu vida: sin filo conductor.

Que sí, que fuiste 
per-
fec-
ta.
Como el sol, como la tierra.

Y acabamos hechos mierda.


Sé que no quedamos en romper,
ni medimos las distancias.
Y no hacemos más que tonterías
desde que el reloj se nos paró,
justo a la hora de las despedidas.

Viviendo entre el ya no quiero quererte
y a ver cuando te odio de una vez.

Dice que si no se droga...

Tan tan
llaman a la puerta otra vez.

Llave,
¿dónde la he puesto?
Cierto, la tiré la última vez que baje a tirar la basura.

No puedo abrir, tendrás que entrar por el tejado.
Tendrás que llover sobre mojado,
si me quieres ver,
amanecer.

Y fué ayer,
joder,
que bien.

Láteme la tentación
y tantea las paredes de mi habitación,
que hace tiempo que no encuentro 
el puto interruptor.

Pasa y quédate.
Venga, alíñame.
Que hasta las alimañas 
tengan miedo de la oscuridad.

Amanéceme,
agita mis entrañas
y ven,
a romper las telarañas de mi corazón.

Verás como no escapas.


hombre-peonza

hombre-peonza