hombre-peonza

hombre-peonza

Las corazas se forjan a martillazos.





Me he quitado el sombrero
ante una puerta de lavabo
que me dijo caballero.
No sé si es cierto.
Tampoco he llorado.

Hoy no tengo la cabeza 
como para un poema y tampoco ando.
Corro indeciso entre la gente,
soy un chotis matritensis
que ama y odia al mismo ritmo.

Y guardo en la memoria desequilibrios
y domingos como años.

Y guardo mil recuerdos de lo nuestro
que escondí al fondo del armario.

Te he dejado la despena a oscuras,
y a tus lunas,
mis ojos,
ya no merecen.

Siempre se me hace tarde y,
al tocar con los Historias (Prohibidas)
ya no te busco entre la gente.

Cuerdas demasiado densas para un vértigo abisal,
de tu cara hacia la mía.

Siempre espero al sábado y me acabo cerciorando
de que tú fuiste mi suerte.

Pongamos que aunque hable de Madrid,
y de todos mis derroches,
en toda geografía nada,
y nadie más,
me pone igual.

Pongamos que te llamo y no me coges,
y en escena nunca entran nuestros labios.
Y se nos juntan los llantos.

¿Qué hacemos de los dos 
ahora que ya me quiero un poco?
Que por muchos mares que me mojen,
a menudo me siento solo.

Medio cuerdo como tú,
como toda estación
en la que sólo bastaban nuestras manos.

Despierta-Mé, despierta, que
aunque a estas horas no haya luz,
y vaya hasta arriba el metro,
el sol no le echa huevos si estás tú.

La pregunta es si nos quedan fuerzas,
para un segundo asalto.
Una nueva libertad.

Pongamos entre los dos uno sólo,
en lugar de buscar sumarnos.

Y sí, te quiero tanto.
Soñando que otra vez
nuestros polvos hacen magia.

Y sí, te quiero tanto.
Buscando no encontrarte
entre el gentío u otros brazos.

Y sí, te quiero tanto.
Si lo único que no me ciega,
es la luz de un escenario.

Y sí, te quiero tanto.
Que por mucho que despierte capitán,
nunca a-cabo primero
y siempre arropo al final
un soldado raso más.

Hace un año,
pero hoy
apenas me ha hecho daño.
Ya no soy el niño
y tampoco soy el malo.

Y sí, te quiero tanto.
Pero ya no me mato.
Ya no me hace el mismo daño
ni me ahogo en el baño
de nuestro recuerdo casi eterno.

Ese infierno que me helaba.
Ese cielo que,
para siempre,
llevaré dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

hombre-peonza

hombre-peonza