Despierto en cuarto menguante.
Te dibujo en el vaho
de la mampara de mi mente
y así,
de buena mañana,
me vuelves cuarto creciente.
Cuarto y mitad de universo
si la víspera dejaste
que nos estrelláramos.
Pero no, los lunes no soñemos.
Los lunes son para luchar.
Para salir de la ducha y soñar.
Pensarte e imaginar
que tu Sol y no tu nombre
sea el que me vuelva loco.
Que un lunes,
a mí,
siempre me sabe a poco.
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