Ha empezado un Déjà vu
en el que sabía
que la profesora borraría
con fuerza la pizarra.
Ya sabía que mi estómago iba a rugir con fuerza,
que mis ojos arderían
de cafeína y horas de menos.
Que mi teléfono vibraría
y en su pantalla estaba tu nombre.
Sabía que me buscarías.
Pero de súbito y con fuerza se ha borrado,
sin dejarme terminar
de copiarte en mis apuntes.
Mis ojos arden irritados
y la cabeza me estalla y no se rompe.
El Déjà vu ya ha terminado
y tú
no me has llamado.
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