hombre-peonza

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Aislante.

La piel de los pingüinos
reservan un espacio de su órbita:
milímetros de espesor
donde preservar su calor.

En el ártico pienso
mientras retozo
y mantengo
nuestros hálitos encerrados
suspirantes por seguir cautivos.

Manufacturo mi edredón
y lo hago biología
y a la natura adaptación.
Minúsculo espacio
en el que perfume de dos
se preserva en frasco eterno,
en derivación de calor:
nuestro olor.

Traslado la frontera
de este espacio hasta tu piel.
Y establezco absurdo límite,
que separa el universo,
del sudor de tu colchón.

Y convierto este refugio
ya no en sueño ni utopía,
sino en algo cerca,
y tan lejano,
como tu atmósfera
siendo ahora la mia.

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